Llevo una práctica archivística personal en cuadernos que actuan de contenedores y testigos del paso del tiempo. Registro con obsesión todos aquellos procesos cotidianos casi imperceptibles, que luego devienen en ensayos artísticos expresados en múltiples formatos.
Tomo el archivo analógico como un acto de resistencia, en el contexto excesivamente digitalizado e intangible que nos rodea.
Un archivo que ocupa lugar físico, material y tangible. Recupero el verbo archivar como algo que sucede, que ocurre y que es parte de nuestra vida.
Esta práctica autoetnográfica de conservar/contener el momento en que el presente se convierte en pasado, resume mi práctica artística y es el campo de investigación en el que estoy inmerso.